¿Qué es la Autoconciencia Corporal?

La Autoconciencia Corporal es la capacidad que tenemos para sentir nuestro cuerpo.
Esta capacidad es innata, pero debido a varios factores entre los que se encuentra nuestra forma de vida basada en la rapidez, el consumo , la necesidad de rendir, producir… y unido al exceso de importancia y energía que le damos a la mente y la razón en nuestra cultura, hace que olvidemos dicha capacidad (de sentir), desconectándonos de los mensajes que nos envía nuestro cuerpo, hasta que éste, necesita alzar la voz para que lo escuchemos, a través de síntomas y sensaciones muchas veces desagradables.

A pesar de ello, todos podemos “reconectar” con esta capacidad natural, tomando conciencia de nuestras sensaciones corporales, poniendo la atención en distintas partes y aspectos de nosotros y haciéndonos pequeñas preguntas.

¿Qué mejoramos con el desarrollo de la Autoconciencia Corporal?

Conforme aumentamos nuestra conciencia corporal vamos despertando al cuerpo, volviendo a conectar con movimientos más naturales que ya están impresos en nuestro interior de cuando empezamos a desarrollarnos de bebés, pudiendo dejar atrás movimientos repetitivos y malos hábitos que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestras vidas. A través de la mejora de nuestra autopercepción podemos ver cómo se organizan y articulan las distintas partes del cuerpo e ir desarrollando una “inteligencia sensorial, muscular y respiratoria” que permite al cuerpo y al cerebro inventarse las posturas y movimientos adecuados para cada uno.

Se trata de aprender a escucharnos, siendo capaces de colocarnos y movernos de forma consciente y no a través de la fuerza bruta ni de repetir movimientos imitándolos, sino de “hacerlos tuyos”, mejorando la calidad y no la cantidad, evitando el desgaste y lesiones por un mal uso, y consiguiendo una mayor eficacia y facilidad en nuestras posturas y movimientos.

Esta escucha, nos permite reconocer cuando un movimiento es dañino antes de lastimarnos y nos dice por un lado donde hay tensión, rigidez, dolor…y donde sentimos relajación, fluidez, placer…; También nos da información de nuestro estado mental, energético y emocional. Sabiendo que toda emoción tiene su reflejo en el cuerpo, podemos aprender a darnos cuenta de cómo reacciona ante determinadas emociones, permitiéndonos conocernos y por tanto cuidarnos mejor.

Un buen trabajo de conciencia corporal también implica aprender a reconocer nuestros límites y capacidades, a centrar y desarrollar nuestra atención y a sentir nuestras necesidades, consiguiendo “habitar” nuestro cuerpo y sentirnos presentes en él.

Por todo ello, teniendo en cuenta la idea de la totalidad que somos (cuerpo, mente, emoción, energía, espíritu), profundizar en la escucha de nuestras sensaciones corporales tiene una repercusión en la mejora de nuestra SALUD en el sentido más amplio de su significado, donde se incluye la forma en la que nos relacionamos con los demás y la capacidad que tenemos de adaptarnos al mundo en que vivimos.

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“Es posible encontrar las llaves de nuestro cuerpo, tomar posesión de él, habitarlo por fin, para hallar en él la vitalidad, la salud y la autonomía que merecemos”. Thèrese Bertherat

Autora: Beatriz Sañudo. Fisioterapeuta

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